3.12.07
Voy caminando, es de noche y se siente en el aire. Respirar es refrescante, sobretodo en esta época del año.
Camino muy, pero muy lento. No hay nada que me apure ni ningún lugar al que ir, salvo, eventualmente, casa.
Voy caminando mirando los árboles, oliendo la noche, respirando la frescura, pensando cada paso, perdido, totalmente perdido. Es increíble lo fácil que es escucharse a uno mismo cuando uno esta totalmente perdido.
Y es entonces cuando estoy fuera de foco que me sorprenden. Una pareja en un auto.
El pibe en el asiento del conductor y ella encima. Pienso en que es mas cómodo en el asiento de al lado. Los miro de reojo mientras paso. Una pareja encerrada por cuatro paredes, cuatro paredes que dejan ver hacia dentro pero nunca hacia afuera. Porque lo de afuera no importa.
Y los paso y sigo caminando pero la sensación ahora viene conmigo. Probablemente me acompañe por algún tiempo, haciéndome vibrar. Lo siento en la piel, una pareja en un auto. Y ya no es ese auto, podría ser cualquiera. Ni lo son ellos, sus caras son y fueron circunstanciales. Ahora lo que importa es la pareja haciendo el amor en el auto y todo lo que eso encierra. Por ejemplo que lo de afuera ya no importe.
Amor encerrado en cuatro cristales inmunes a lo que sucede en el entorno, circunstancial y puro. Mágico, porque lo de afuera no importa. Ya no les importa,
ya no me importa,
ya no nos importa. Los dos solos y eso es todo. Siento tu perfume y no puedo pensar en otra cosa. Me inunda todos los sentidos. Te siento moverte sobre mi y esa música, ese baile, me contagia y posee. Cierro los ojos y te veo dibujada, totalmente entregada, y me doy cuenta de que ninguno de los dos marca el paso, esto es una improvisación. Me pregunto si acaso todo el resto no es una perdida de tiempo. El roce de tu piel me lo confirma y tu transpiración me quema, tanto que lo de afuera ya no importa. Ni siquiera si eso que parece una persona caminando nos haya visto, amor. El mundo fuera de este auto es circunstancial.
